Hoy es día 11 de Febrero y se celebra el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, una causa a la que desde este rincón me gusta intentar honrar cada año.
Las mujeres han contribuido al conocimiento científico desde el principio de los tiempos, pero en esta empresa han tenido que sortear obstáculos que sus colegas masculinos no han conocido. Las dificultades han aparecido en cada paso del proceso, desde el acceso a las instituciones y al conocimiento hasta el reconocimiento por sus logros. Los retos que nos encontramos hoy en el mundo como mujeres en el mundo científico nada tienen que ver con los que generaciones anteriores tuvieron que luchar, pero es importante que reconozcamos que la paridad todavía no está aquí, y que tenemos una responsabilidad para seguir mejorando, para que en las siguientes generaciones no sintamos la necesidad de celebrar lo que deberíamos aceptar con naturalidad.
El estudio de las mujeres en la ciencia constituye hoy en día una disciplina en sí misma, y son múltiples las iniciativas que pretenden visualizar el trabajo de científicas del pasado y del presente con el objetivo de crear referentes para las generaciones futuras, para nuestras niñas y para nuestros niños. Y todas ellas son bienvenidas, ya que un porcentaje muy alto de la población sigue teniendo a Marie Curie -grande entre las grandes- como único referente científico femenino.
Así que hoy voy a intentar presentarte a diez científicas que -me atrevo a aventurar- probablemente no conozcas.
1. Aglaonice de Tesalia
Aglaonice fue una astrónoma que vivió en la Antigua Grecia en el siglo I ó II aC. La conocemos a través de los escritos de Plutarco y también fue mencionada por Platón. De ella se dice que sabía hacer desaparecer la luna, algo que se ha interpretado como que poseía la capacidad de predecir lugar y región en que un eclipse lunar iba a ocurrir.
Como no es de extrañar, Aglaonice fue considerada una hechicera. Se sabe que hubo otras mujeres astrónomas en la misma época y a todas ellas se les conoce como “las hechiceras de Tesalia”. Uno de los cráteres de Venus se llama Aglaonice en su honor.
2. Trota de Salerno
Trota vivió en la Italia del siglo XI-XII, donde practicó y enseñó medicina en la Escuela Médica Salernitana, la primera y mayor fuente de conocimiento médico en Europa en su tiempo, y que es considerada la primera universidad europea por algunos autores.
Trota es una de las autoras de un compedio de medicina ginecológica conocido como Trótula. Como en el caso de Aglaonice, Trota es el representante más conocido de un grupo de mujeres que se conoce como las damas de Salerno.
3. Margaret Cavendish
Margaret Cavendish nació en una familia aristocrática de la Inglaterra del siglo XVII. No recibió una educación formal, pero por su posición, tuvo acceso a bibliotecas y a cultura desde su niñez. Fue una prolífica escritora, y es reconocida por su contribución a la literatura. De ella decían que era una mujer excéntrica -hay quien la llamaba loca- y se empeñó en firmar todas sus obras con su propio nombre e incluso retrato, para asegurarse que se le atribuía correctamente.
En el campo de la ciencia publicó diez obras en filosofía natural, explorando las incipientes teorías moleculares, la materia o el movimiento. Le vamos a perdonar que se opusiese a las teorías de Francis Bacon y a la experimentalización de la ciencia porque fue una gran defensora de la teoría de que los humanos no somos los dueños de la naturaleza, una idea que sigue sin calar cuatro siglos después.
4. Wang Zhenyi
Wang nació en 1768 en China. Creció en una familia de académicos, en un ambiente intelectual donde la lectura y la curiosidad eran cultivados. Fue educada en matemáticas, medicina, geografía y astronomía desde su niñez. Wang murió a los 29 años, pero en su corta vida tuvo tiempo de alcanzar logros académicos. Fue especialmente conocida por su poesía, pero estudió astronomía y como Aglaonice, tiene un cráter de Venus nombrado en su honor. Wang reescribió varios textos matemáticos para hacerlos accesibles a principiantes.
5. Nettie Stevens
Nettie Stevens nació en Vermont en 1861, una época en la que todavía era poco común que las mujeres recibieran una educación formal. Nettie trabajó como profesora y bibliotecaria para ahorrar el dinero suficiente para ir a la universidad, y a la edad de 39 años consiguió un Master por la universidad de Stanford, tras lo que consiguió una posición en una facultad para mujeres de Pensilvania.
Nettie estaba interesada en saber qué determinaba el sexo de los animales, y para ello estudió diferentes tipos de insectos y gusanos. Fue la primera en observar que las hembras tienen dos cromosomas X y los machos tienen un cromosoma X y un cromosoma Y. El cromosoma X había sido identificado recientemente, así que ella nombró al cromosoma de los machos Y, porque la Y sigue a la X en el abecedario. La idea no fue aceptada inmeditatamente, y Nettie Sevens murió joven, pero en el corto tiempo que se dedicó a la investigación hizo grandes contribuciones a la ciencia.
6. Marjory Stephenson
Nacida en Cambridgeshire en 1885, en los mismos años en los que la Universidad de Cambridge comenzó a permitir que algunas mujeres atendiesen a sus clases. En esa misma universidad estudiaría ciencias naturales años más tarde. Aunque los laboratorios todavía no admitían a mujeres, el Newham college poseía un laboratorio donde las mujeres podían realizar sus prácticas. Tras un tiempo trabajando como profesora, dedicó el resto de su vida a la investigación, fundamentalmente en metabolismo bacteriano.
Fue la primera persona en purificar una enzima de una bacteria. Publicó numerosos estudios, pero fue fundamentalmente conocida por su libro “Bacterial metabolism”, que sirvió para educar a la siguiente generación de bioquímicos y microbiólogos. Junto a Kathleen Lonsdale, fue la primera mujer en ser admitida en la Royal Society.
7. Chien-Shiung Wu
Chien-Shiung nació en China en 1912, con la suerte de que sus padres habían fundado una de las primeras escuelas que admitían niñas en el país. Desde niña destacó en física y en matemáticas, materias que terminó estudiando en la universidad. En 1936 consiguió una plaza para estudiar su doctorado en Berkeley, en un laboratorio con reputación a nivel mundial.
Trabajó en el proyecto Manhattan y consiguió una plaza en la universidad de Columbia, donde se convirtió en una experta en la desintegración beta, un tipo concreto de radiactividad. Su mayor contribución a la ciencia fue la de refutar la ley de conservación de paridad, una teoría que los físicos de la época habían creído cierta durante décadas.
8. Maria Telkes
Nacida y educada en Budapest, Maria se mudó a los Estados Unidos en 1924, donde comenzó a trabajar como bioquímica. Ayudó a inventar un un aparato que podría registrar ondas cerebrales. A partir de los años 30, Maria centró su trabajo en la energía solar y en cómo captarla, y tal fue su éxito que hay quien la llama “The solar Queen”.
Desarrolló uno de sus trabajos más importantes durante la segunda guerra mundial, cuando inventó una unidad portatil de desalinización para botes salvavidas. Después de la guerra trabajó en el diseño de la primera casa que usó energía solar, y en 1952 recibió el primer “Society of Women Engineereers Achievement award”.
9. Silvia Earle
Silvia Earle es una de nuestras protagonistas más conocidas, y nació en Estados Unidos en 1935. A los doce años se mudó al golfo de México y descubrió su amor por el medio ambiente marino. Comenzó a bucear en 1953 y decidió dedicarse al estudio de las algas, en lo que terminó haciendo un doctorado. En 1970 saltó a al fama por dirigir un proyecto en el que 4 científicas vivieron en un laboratorio bajo el agua durante 20 días. La experiencia le dio a Silvia Earle una voz que no ha dejado de usar desde entonces para concienciarnos sobre la contaminación de los océanos. En todo este tiempo ha seguido expandiendo los límites del buceo y nuestra relación con el mar. En 1979 hizo un descenso de 381 m y anduvo durante dos horas sobre el fondo ocenánico, lo que le dio el privilegio de observar profundidades que ningún otro submarinista había visto hasta el momento.
Es autora de numerosos documentales para la National Geographic y en el 2018 recibió el premio Príncipe de Austurias de la Concordia.
10. Katia Krafft
Katia nació en Francia en 1942. A la edad de 14 años empezó a sentir una fascinación por los volcanes que se convirtió en una pasión que duraría toda su vida. Estudió vulcanología y conoció a su marido, Maurice Krafft, en la universidad. La pareja se convirtirían en los primeros científicos en estudiar, grabar y fotografiar la lava de los volcanes de cerca.
Los Krafft usaron su conocimiento para educar a la población general acerca de las erupciones volcánicas, y su trabajo ha ayudado a salvar millones de vidas. La pareja murió en un trágico accidente durante una erupción volcánica en Japón, en 1991.
Y ahora espero que me cuentes tú: ¿Conocías a alguna de ellas? Te leo en los comentarios.
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