La Ciencia del Coronavirus

En vistas de la situación creada por la pandemia del coronavirus he decidido centrar la comunicación estos días en lo que sabemos del COVID-19. Todos estamos ávidos de información, y de forma paralela a la pandemia del coronavirus hay otra que todos tenemos la responsabilidad de pelear: la desinformación. Como primer paso os recomiendo que uséis fuentes fiables de información, comenzando siempre por las oficiales. La OMS está haciendo una labor loable en este sentido. Busca las fuentes gubernamentales donde quiera que estés y confía en las autoridades sanitarias.

Para aquellos que se entiendan con el inglés y tengan curiosidad por conocer un poco más, os recomiendo las siguientes fuentes:

Todas ellas son páginas dedicadas al COVID-19 creadas por instituciones de renombre internacional.

Durante los siguientes días, y mientras -esperamos- se calman un poco los ánimos, publicaré periódiamente información acerca del coronavirus en mis redes sociales y la iré recopilando aquí. Solo puedo desear que la crisis se vaya como vino y todos volvamos a nuestra rutina lo antes posible.

Estas son las publicaciones en orden descendiente según fecha de publicación. Llevan la fecha escrita, para que se entienda que hasta ese día la información era actual:

1. Epidemia vs. Pandemia

10/03/2020

Epidemia vs. Pandemia- COVID-19

Esto ya no es bussiness as usual, que dicen por aquí. El coronavirus está poniedo nuestras vidas patas arriba y desde Dice La Ciencia, interrumpimos nuestra transmisión habitual de historias científicas para centrar la comunicación en la crisis del momento y hablar de la ciencia del coronavirus. 


Y la primera pregunta que quiero plantear es: ¿estamos ante una pandemia? La respuesta no es obvia, porque epidemia y pandemia son dos términos que no están definidos según parámetros estrictos. Una pandemia es simplemente una epidemia a mayor escala. Sin embargo, la forma en la que respondemos ante las dos situaciones es diferente, y por eso importa qué término se usa para definirla. Una epidemia se contiene, mientras que una pandemia se mitiga. 


Para que la crisis creada por el coronavirus sea clasificada de pandemia, los expertos necesitan ver transmisión doméstica y sostenida en al menos otra área fuera de la zona donde se originó el brote. Para ello, es necesario que el virus se extienda de forma extensa en la comunidad afectada, no siendo posible localizar el origen de los nuevos casos. 


Es importante recordar que los términos epidemia y pandemia no tienen ninguna relación con la gravedad de la enfermedad, sino con la extensión geográfica de las localizaciones afectadas, y no tienen además ningún peso legal. A día de hoy, la epdiemia sigue declarada por la OMS como una emergencia de salud pública global, situación bajo la que hace recomendaciones de forma continua para intentar atajar la situación. 


El hecho de que no se haya declarado una pandemia todavía significa que seguimos intentando contener la enfermedad e intentado evitar que siga extendiéndose. La OMS fue criticada cuando en el 2009 declaró una pandemia en el caso de la gripe A. Fueron muchos los que consideraron que el pánico que lleva asociado la palabra “pandemia” no estaba justificado, y es por ello que se espera que que en esta ocasión se lo piense dos veces antes de declarar la situación como pandemia. 

2. Número básico de reproducción

10/03/2020

Número Básico de Reproducción COVID-19

El parámetro que mejor describe la capacidad de transmisión de un virus es el número básico de reproducción (R0), o el número de personas medias que se infectan a partir de un caso concreto de infección. Si el R0 de una enfermedad infeccionsa es mayor que 1, se extenderá en la población,  pero si R0<1, la infección tenderá a la extinción. Cuanto mayor sea el R0 de una enfermedad, más difícil será de contener. Al aplicar medidas de aislamiento y contención lo que se pretende es bajar el R0 a un número menor de uno, lo que facilita que el brote se vaya extinguiendo. El ejemplo de la infografía muestra un R0=2. Lo importante no es lo que haga un individuo particular, que puede infectar un número muy variable de personas, sino -como dice la definición- cuál es el número medio de infecciones generadas por cada caso. Una vez más, nada tiene que ver con la severidad de la enfermedad. 


El R0 de cada enfermedad varía según el brote, la localización y la población afectada. Por ejemplo, suele ser mayor en niños que en adultos, ya que los niños interaccionan sin respetar normas básicas de higiene. Es por eso que son una población objetivo clave para las medidas de contención, y por lo que es efectivo que se cierren colegios o se vacune a los niños de gripe cada año. 
Uno de los parámetros que necesitamos conocer para saber el R0 de un virus es el número total de personas infectadas en un brote concreto, un número que debe ser considerablemente mayor que el total de casos identificados oficialmente. Para hacer una estimación aproximada de este número podemos usar los aviones que se han repatriado desde la zona de Wuhan, y usarlos como una muestra represenativa de la población de origen, ya que en esos aviones se han hecho pruebas a todos los pasajeros. Los números obtenidos de esta forma indican que -al menos en China- se están identificando 1 de cada 3 casos. 


Aunque es difícil saber con precisión, para el Covid19 se maneja un R0 de aproximadamente 2.5. 

3. Intervalo de serie medio

11/03/2020

Intervalo de serie medio – COVID-19

Así como el valor de R0 (del que hablábamos en el post anterior) es fundamental para conocer la evolución de una epidemia, hay otro concepto que junto a este puede ayudar a predecir el comportamiento de la misma: el intervalo de serie medio. Este número es el tiempo medio que ocurre entre el comienzo clínico de un caso y el comienzo clínico de la enfermedad en una infección secundaria generada por el primero.

Es fácil entender por qué el R0 tiene que ser menor que uno para que la epidemia se extinga: si cada persona infecta a menos de una persona, conforme vayan sanando la epidemia se irá extinguiendo.
En el caso del intervalo de serie medio, lo importante es entender que cuánto más corto sea, más “explosiva” es la epidemia, porque los casos se van multiplicando en un tiempo menor.

Los datos más recientes apuntan a que el COVID-19 tiene un tiempo de intervalo de serie medio de 4 días (ojo, no olvidemos que todos estos datos son preliminares porque la epidemia está todavía en las primeras etapas). Una de las principales implicaciones de este resultado es que 4 días es más corto que el período de incubación del virus (que se calcula que es unos 5 días). Esto podría indicar algo que ya se ha observado: que hay un porcentaje de transmisión de la enfermedad que ocurre antes de que aparezcan los primeros síntomas, lo que dificulta considerablemente los esfuerzos de contención.

4. La información es poder

11/03/2020

La Información es poder – COVID-19

El R0 (del que hemos hablado en los dos posts anteriores) puede variar en el tiempo según diferentes factores, y uno de los más importantes es el comportamiento de la población, que puede mejorar o empeorar la situación. La OMS acaba de declarar una pandemia, y nos ha recordado -en una apelación a la responsabilidad individual- que todos estamos juntos en esto. Cada uno de nosotros somos un nodo en la red, y podemos usarlo para ayudar a que la enfermedad se contenga o se siga dispersando. Las medidas para contenerlo se nos han repetido hasta la saciedad, y se remiten fundamentalmente a extremar las medidas básicas de higiene y practicar aislamiento social en las zonas más afectadas.

Pero en la situación en la que nos encontramos no solo son los virus los que se extienden: la información también es infecciosa. Y la información -porque la información es poder- puede tener un impacto significativo en nuestro comportamiento (que puede cambiar el R0!) Por eso tenemos que usar nuestro nodo personal no solo para contener los virus, sino para contener la epidemia de desinformación que los acompaña.

Hace unos días un Tweet declaraba que los geles desinfectantes de manos no son efectivos contra el coronavirus porque son antibacterianos. Estaba firmado por un “científico cansado de esta mierda”. En menos de un día tenía 100000 retweets. El problema es que los geles desinfectantes de manos sí que son efectivos (según la CDC siempre que tengan un mínimo de 60% de alcohol). Cada una de las 100000 personas que compartieron esa información sin comprobar su veracidad ha contribuido a la posibilidad de que aumente el número de casos.

Mike Caulfield -un experto en alfatetización digital de la universidad de Washingtong- ha creado una página para ayudarnos a separar hechos de ficción en el contexto de la pandemia del coronavirus:

https://infodemic.blog

Los pasos están resumidos en la infografía, os podéis pasar por su página para ampliar.

5. SARS vs. COVID-19

12/03/2020

Un nuevo virus apareció en China a finales del 2002. Fue identificado en marzo del 2003 y saltaron todas las alarmas. El virus en cuestión era un coronavirus que generaba un síndrome respiratorio agudo al que se denominó SARS. El brote se fue extendiendo y llegó a infectar a 26 países, generando un total de 8000 casos y 800 muertes, pero en julio de 2003 la epidemia se declaró controlada. Las medidas que se impusieron en el momento fueron la pronta identificación de los casos y el aislamiento de cada uno de ellos y fueron muy exitosas.

Cuando se detectó el virus que nos ocupa estos días fue obvio que comparte muchas características con el que produce el SARS. Los dos dos virus comparten un 86% de su genoma y tienen homologías elevadas con los coronavirus de murciélagos, indicando que es el origen más probable del brote. Los dos parecen haber saltado a los humanos en los mercados de China, donde se comercia -comerciaba- con animales vivos. Los dos se transmiten por partículas de saliva y los dos se han encontrado en heces. Los dos usan el mismo receptor celular en el sistema respiratorio inferior. También comparten período de incubación y tienen R0s similares. La manifestación clínica, la población afectada y la progresión de los casos es parecida. . ¿Por qué entonces las medidas fueron mucho más exitosas en el caso del SARS?

Hay dos factores fundamentales que diferencian a los dos virus. El primero es que el SARS es una enfermedad normalmente grave, mientras que en el COVID-19 hay un rango muy amplio en la severidad de los síntomas. Eso significa que es mucho más difícil identificar los casos de COVID-19 porque cuando la sintomatología es leve pasa desapercibido y el caso no se aisla.

Y el segundo es que en el caso del COVID-19 hay transmisión asintomática. Ahora mismo los datos más fiables apuntan a que aproximadamente un 15% de la transmisión se está produciendo antes de que haya sintomas, aunque hay datos que indican que podría ser mayor.


Más en: “Can we contain the COVID-19 outbreak with the same measures as for SARS?” Annelies Wilder-Smith et al. 2020, The Lancet.

6. Gripe vs. COVID-19

13/03/2020

Gripe vs. COVID-19

Desde el principio de crisis del coronavirus han aparecido comparaciones entre la gripe común y el COVID-19. ¿Cómo de fundadas son esas comparaciones?

El uso de la gripe como ejemplo para entender esta epidemia es útil porque los dos son virus que provocan enfermedades respiratorias con un rango amplio en la severidad de los síntomas que producen y los dos se transmiten de la misma forma. Por tanto, las mismas medidas de salud pública que se usan para prevenir la gripe son útiles para combatir el COVID-19. Pero las similitudes acaban básicamente ahí.

Una diferencia obvia -y por la que precisamente se ha usado mucho el ejemplo de la gripe- es que para la gripe tenemos vacunas. Por poner un ejemplo, en algunos de los grupos de riesgo más numerosos del Reino Unido, el porcentaje de vacunación en la temporada pasada llegó al 70% . En Reino Unido mueren aproximadamente 17000 personas anualmente debido a la gripe. Desde luego, sirve como argumento para recordarnos la importancia de la vacunación.

Con respecto a las características epidemiológicas, el intervalo de serie medio de la gripe es más corto que el de COVID-19 (2-3 días), por lo que la gripe crea epidemias que se propagan más rápido. El R0 parece mayor para el COVID-19, que se propaga con más facilidad que la gripe.

La comparación donde el COVID-19 sale peor parado con respecto a la gripe es en el porcentaje de casos severos y porcentaje de mortalidad. Estos números seguirán bailando hasta que termine la epidemia, pero los datos de los que habla la OMS son un 0.1 de mortalidad en el caso de la gripe y un 3-4% de mortalidad en el caso del COVID-19. En el caso del COVID-19 un 15% de las infecciones requieren oxígeno y un 5% ventilación, porcentajes mayores a los observados en la gripe estacional.

La comparación entre los dos virus la podéis encontrar en el informe 46 de la OMS.

7. ¿Por qué nos lavamos las manos?

14/03/2020

Ignaz Semmelweis – ¿Por qué nos lavamos las manos?

Tenía pendiente contaros esta historia desde hace tiempo, y creo que en estos días que corren tiene especial relevancia.

Ignaz Semmelweis fue un médico húngaro nacido en 1818. En 1847 estuvo trabajando en un hospital de Viena que tenía dos centros de maternidad. Uno de ellos estaba a cargo de médicos y el otro de matronas, y el que regían las matronas tenía un porcentaje de mortalidad 5 veces menor que el otro. Semmelweis tenía una mente científica y dedicó mucho tiempo y energía a intentar averiguar por qué, descartando hipótesis tras hipótesis. Hasta que un día lo vio. Un patólogo murió al cortarse haciendo una autopsia a una mujer que había muerto de fiebres puerperales. Los dos eventos eran comunes esos días: la muerte de la mujer y la del patólogo. Después de analizar la autopsia de la mujer, Semmelweis se dio cuenta de que el centro que manejaban los médicos estaba al lado de la morgue. Además había una diferencia fundamental entre médicos y matronas: los médicos realizaban autopsias, pero las matronas no. Teorizó entonces que debía haber algún tipo de partícula que pasaba de los cadáveres a las mujeres parturientas a través de los médicos. Se puso manos a la obra e impuso lavado de manos y desinfección de todo el material, y el éxito -como era de esperar- fue rotundo.

Las ideas de Semmelweis no fueron bien aceptadas. La comunidad médica tomó el descubrimiento como un insulto a su profesionalidad. Semmelweis estaba convencido de sus ideas, y las defendió con mucho ahínco en un entorno hostil, por lo que terminó sus días ingresado en un psiquiátrico.
Sin embargo, el lavado de manos es una de las medidas de salud pública más eficaces que se conocen. Parece a veces que una solución tan sencilla se queda corta para luchar contra enemigos invisibles que son capaces de poner países completos en jaque, pero pocas intervenciones han salvado más vidas a lo largo de la historia.

Hoy honramos su memoria y recordamos: lávate las manos.

8. Asma y COVID-19

14/03/2020

Asma y COVID-19

Una pregunta que me habéis hecho varias veces estos días es qué relación hay entre asma y COVID-19. Y creedme, como madre de un niño asmático es una información que he estado buscando como loca. Como todo en esta crisis del coronavirus los datos que hay son prelimiares, pero son esperanzadores y por eso los transmito.

De momento, todas las fuentes oficiales de información están recomendado a las personas con asma extremar precauciones. Las personas con asma son más vulnerables a la gripe y a otras enfermedades respiratorias, y tienen más probabilidades de desarrollar complicaciones por lo que hay que tener sentido común y seguir considerándolo un grupo de riesgo.

Las buenas noticias vienen de tres frentes:

1. Cuando se observa la epidemiología de los virus que provocan ataques de asma se observa que la familia de los coronavirus son responsables de un porcentaje bajo de ellos, que cuando son causados por virus lo son generalmente de la familia de los rinovirus. Esto se ha observado repetidamente, pero os dejo una referencia.

2. En la epidemia causada por SARS en el 2003, no se describieron casos de ataques de asma provocados por el virus en niños.

3. Se ha publicado un artículo con las características clínicas de los pacientes de COVID-19 y el asma no aparece como factor de riesgo para la infección.

Las tres referencias son las siguientes:

1. doi.org/10.1016/j.jaci.2006.08.041

2. doi.org/10.1111/j.1399-3038.2004.00137.x

3. doi.org/10.1111/all.14238

9. ¿Cómo se diagnostica el coronavirus?

14/03/202

Diagnóstico de COVID-19

Un virus es una partícula cuyo material genético comprende las instrucciones necesarias para poder infectar células y usar su maquinaria para reproducirse. Nosotros no necesitamos esos genes en nuestro material genético, por lo que esa diferencia es útil para detectarlos en nuestro organismo. Cuando queremos encontrar ADN en una muestra necesitamos hacer muchas copias de ese ADN para poder observarlo y para eso se usa uno de las técnicas básicas de la biología molecular: la reacción en cadena de la polimerasa, PCR por sus siglas en inglés.

En el caso del COVID-19 no se puede usar una PCR normal porque su material genético no es ADN, sino ARN, como ocurre en muchos otros virus. El ARN es la molécula en la que el ADN se traduce cuando este es el material genético de un organismo. Para salvar este problema se utiliza una modificación de la PCR que se llama RT-PCR. El RT se refiere a “transcripción reversa”, lo que significa que se utiliza una proteína que convertirá el ARN en ADN y luego se amplifica como se haría en una PCR normal.

La RT-PCR es una prueba muy sensible, por lo que es capaz detectar la enfermedad desde los estadíos más tempranos. Una vez que la enfermedad está más avanzada se pueden usar pruebas para detectar los anticuerpos que el organismo ha desarrollado contra el virus, que es una prueba normalmente más sencilla y rápida de realizar, y que ya ha sido desarrollada en China para el COVID-19, pero que es menos útil en el estado en el que nos encontramos, en el que identificar los casos al principio de la enfermedad es vital.

10. Coronavirus en niños

19/03/2020

COVID-19 en niños

Llevo unos días escondida porque me va a explotar la cabeza de tanto leer sobre coronavirus, y sé que no soy la única. Decir que hay muchas noticias es un “understatement”. Las hay malas y las hay buenas. Las malas vienen de cómo el virus está teniendo consecuencias más allá de las que la mayoría fuimos capaces de predecir, y las buenas vienen de que el esfuerzo que se está haciendo para contenerlo es titánico. En serio. A nivel científico está habiendo muchos avances. Conocemos cada día mejor la biología del virus, hay una cantidad soprendente de ensayos clínicos en marcha para encontrar tratamiento e incluso se están haciendo las primeras pruebas con vacunas. Mucha de esa información es muy esperanzadora, pero muy prelimilar. Ahora nos toca a todos aguantar el tirón para dar una oportunidad a nuestro sistema de salud de cuidar a todos aquellos que lo necesitan mientras que los científicos trabajan contra reloj para encontrar la forma de parar al bicho.

Having said that.

Uno de los datos más tranquilizadores para los padres desde que comenzó esta epidemia es que los niños parecen tener súper poderes contra el COVID-19. Tanto por la demografía de los seguidores de esta cuenta como por vuestras preguntas sé que es una preocupación que compartimos. Pero repito: súper poderes. Es algo que ya sabíamos que pasaba con SARS y parece estar repitiéndose en el caso de COVID-19, y además se ha replicado en animales. Por lo que sabemos hasta ahora parece que los niños sí se infectan, pero en su gran mayoría no desarrollan síntomas severos.

Una posible explicación es que el sistema inmune de los niños es mucho más activo que el de adultos, que aunque está más entrenado tiene menos actividad. Otra explicación podría ser que los adultos regulan la inflamación de los pulmones para controlar reacciones excesivas a alergénos o contaminación. Esta es una de las razones por las que tantos niños tienen asma pero es menos común en adultos. Esta supresión de la inflamación en el ambiente pulmonar podría explicar que los adultos respondan de forma menos contundente ante un virus nuevo. También es posible que los niños tengan algo de inmunidad debido a que los coronavirus que normalmente infectan a humanos son comunes en niños.

Y por último, se baraja la bajada de receptores de ACE2 que se produce con la edad. Esto puede sonar contraintuitivo porque estos receptores son los que usa el virus para penetrar en las células. Sini embargo ACE2 está involucrada en la respuesta inflamatoria y tiene un papel fundamental como reguladora de la respuesta inmune en los pulmones.

Fuente: “Possible Biological Explanations for Kid’s Scape from COVID-19” Anthony King. 2020, The Scientist.

11. ¿Cuán contagioso es el COVID-19?

20/03/2020

Comparación del R0 SARS-CoV-2 con otros virus comunes

Si no me has visto nunca recomendar a @elblogdepills es porque no me sigues en Instagram (donde por cierto, me puedes encontrar como @dicelaciencia). Su cuenta es un referente en divulgación farmacéutica en español, y en ella puedes encontrar siempre información fiable, útil y rigurosa. Y por allí me he colado yo hoy. Sacamos publicación conjunta para comparar la capacidad de transmisión del COVID-19 con otros virus conocidos en función de su R0, un concepto del que hemos hablado varias veces en los últimos días.

Se calcula que para el COVID-19 aparecen de media 2-3 nuevas infecciones por cada caso. El número seguirá bailando hasta que la pandemia termine, pero ya nos da una idea de lo contagioso que es. Sabemos que es más contagioso que la gripe estacional o que el ébola, pero menos contagioso que el VIH o las paperas. Es mucho menos contagioso que el sarampión, que tiene un R0 escalofriante: de 12 a 18.

De un vistazo, aprendemos que El COVID-19 es un virus contagioso, pero no muy contagioso. Es -sin embargo- el virus que tiene en jaque a algunos de los mejores sistemas de salud del mundo, y eso sin ser especialmente peligroso: recordemos que el 80% de los casos de COVID-19 cursan como enfermedad leve. Esto es así porque no tenemos ninguna herramienta en su contra. Al tratarse de un virus nuevo, no solo no hay inmunidad en la población, sino que no hemos tenido tiempo de desarrollar opciones terapéuticas o de prevención suficientemente efectivas. De ahí que todo lo que podemos hacer es quedarnos en casa.

No puede una evitar el llamar la atención otra vez sobre el dato del sarampión. Estamos siendo testigos de la impotencia que supone no tener una vacuna cuando se necesita. Así que por favor, que no se nos olvide que cuando está disponible todos tenemos que usarlas para que funcionen.

12. Coronavirus en superficies

23/03/20

Viabilidad del SARS-CoV-2 en diferentes superficies

Hace unos días se publicó un artículo en el que unos científicos calcularon la viabilidad de los virus que producen COVID-19 en diferentes superficies. Para ello rociaron una solución con virus sobre dichas superficies y midieron el tiempo que los virus permanecían infecciosos. Los resultados demuestran que la enfermedad es fácilmente transmisible a través de contacto casual.

En el experimento usaron un nebulizador, y comprobaron que el virus permanece viable en las partículas de aerosol durante 3 horas. 4 horas sobre cobre, 24 en cartón y de 2 a 3 días en acero inoxidable y plástico.

Debemos recordar que la principal vía de transmisión es de persona a persona, por lo que la principal medida de contención tiene que ser el aislamiento social. Aun así, esta información es especialmente útil en hospitales o para personas de riesgo que se encuentran aisladas. Es importante en estos casos ser conscientes de cuándo se toca una superficie potencialmente contaminada y lavar las manos adecuadamente después de ese contacto, así como mantener una rutina de limpieza de las superficies que pudiesen estar contaminadas.

Todo ello intentando al mismo tiempo no volvernos locos.

Fuente: “Aerosol and Surface Stability of SARS-CoV-2 as Compared with SARS-CoV-1”. 2020 NEJM.

13. COVID-19 y reinfecciones

31/03/2020

Reinfecciones en COVID-19

En febrero nos llegaron noticias de una mujer japonesa que se había reinfectado del coronavirus después de haber dado negativo en el test (la mujer dio positivo, después negativo y luego volvió a dar positivo). Y no ha sido el único caso. Desde entonces hemos ido acumulando evidencia anecdótica de que la reinfección podría ser posible. ¿Qué hay detrás de estos casos? ¿Vamos a desarrollar inmunidad contra esta enfermedad? Si no lo hiciésemos deberíamos estar muy preocupados. O más preocupados. Y aunque vamos aprendiendo conforme van saliendo datos, de momento todo parece indicar que sí que desarrollamos inmunidad y la gran mayoría de los pacientes que pasan por la enfermedad no se reinfectan. El cuánto dura esa inmunidad no lo sabemos, porque vamos a necesitar estudios a largo plazo.

Se sabe que en el caso de SARS y de MERS esa inmunidad dura varios años y lo más probable es que pase lo mismo con COVID-19. Por los estudios que hay hasta ahora parece que se desarrollan anticuerpos y que los pacientes son inmunes a la reinfección en el corto plazo.

¿Puede entonces alguien reinfectarse? Toda regla tiene sus excepciones, y aunque las probabilidades sean bajas, porque los números son muy altos siempre va a haber alguien a quien le toque la china. De todas formas, otra explicación más pausible que la reinfección es que el resultado de los tests no fuese acertado. Por ejemplo, es posible que el negativo fuese un falso negativo, y la persona haya tenido simplemente una infección larga.

14. ¿Cuándo tendremos una vacuna?

10/04/2020

¿Cuándo tendremos vacuna para el COVID-19?

En pocas ocasiones el mundo ha esperado con tanta ansia la llegada de una vacuna.

El 31 de diciembre del 2019 China notificó a la OMS la aparición del nuevo virus. En menos de dos semanas se había publicado la secuencia de su genoma y el 16 de marzo comenzaría el primer ensayo clínico para probar una vacuna. A día de hoy, se están investigando 78 candidatos, de los cuales 5 ya se están probando en ensayos clínicos.

Todos andamos preguntándonos cuándo tendremos vacuna, y para tener un contexto, debemos recordar que el desarrollo de una vacuna suele requerir más de 10 años de media. Se está haciendo un trabajo titánico para reducir ese tiempo. Este esfuerzo está siendo supervisado desde la OMS y la CEPI (Coallition for Epidemic Preparedness Innovation), desde donde trabajan para coordinar los esfuerzos del sector público y privado, intentando que no falten recursos para desarollar los candidatos más prometedores.

Entre esos candidatos encontramos enfoques tradicionales -como el uso de virus atenuados o inactivados- pero también mucha innovación. Otros candidatos se basan en usar proteínas recombinantes y algunos otros en usar ácidos nucleicos, una tecnología que todavía no se usa en ninguna vacuna aprobada, pero en la que se ha investigado mucho en los últimos años, precisamente por su capacidad de responder con prontitud ante la amenaza de virus emergentes.

Aunque nadie puede firmarlo, hay pronósticos realistas que nos dicen que para principios del 2021 podría haber una vacuna aprobada, un logro que hubiese sido impensable hace tan solo unos años y que esperemos podamos ver convertido en realidad.

Para leer más: “The COVID-19 vaccine development landscape” Tung Thanh Le et al. 09/04/2020, Nature Reviews Drug Discovery.

15. Carga viral y dosis infectiva

12/04/2020

Carga Viral y Dosis infectiva

La carga viral es el parámetro que se usa para medir la cantidad de virus que hay en un determinado volumen. Hasta ahora, habíamos oído hablar de carga viral sobre todo en el caso de pacientes con enfermedades crónicas (como SIDA o hepatitis), ya que se usa como parámetro para saber si la enfermedad está bajo control.

Sin embargo, estos días oímos hablar mucho de cómo los sanitarios pueden tener peor pronóstico por estar expuestos a una mayor carga viral ¿Es esto cierto?

En este contexto, más que de carga viral, deberíamos hablar de dosis infectiva: el número de partículas de un agente infeccioso que es necesario para comenzar una infección. La dosis infectiva puede ser muy variable en función del agente infeccioso. Para hacernos una idea (aunque las dos son bacterias y no virus) para infectarnos con Shigella solo necesitamos ingerir 10 bacterias, pero para infectarnos con Salmonella necesitamos del orden de 100.000. No sabemos cuál es es la dosis infecciosa en el caso de COVID-19, pero algunos expertos hablan que debe situarse en el orden de varios cientos de partículas virales, lo que es una dosis relativamente baja.

Una vez que ese número de partículas virales llega a a una persona, comienza una batalla entre el virus y el sistema inmune en el que influyen muchos factores, y entonces podremos mirar cuál es la carga viral dentro del organismo o de cada tejido. No está claro que una mayor dosis infecciosa conlleve una mayor carga viral, y además habría que estudiar cómo cada uno de esos factores se relaciona independientemente con la severidad de la enfermedad.

La evidencia de la que disponemos hasta el momento no contradice esta teoría y de hecho podría apoyarla, aunque estamos lejos de poder afirmarlo con rotundidad.

No puedo dejar de decir que los sanitarios están en la primera línea y deberíamos hacer todo lo que esté en nuestra mano para protegerlos, porque es lo ético y porque les ha tocado soportar la carga más grande esta pandemia.

Para leer más: “SARS-CoV-2 viral load and the severity of COVID-19” CEBM


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